Puerto Iguazú. Buscando su lugar en el mundo, Guillermo Isidoro Larregui, más conocido como el «Vasco de la Carretilla», quedó más fortalecido como protagonista en la literatura de Misiones en las 120 páginas del libro “De puro vasco, nomas”, de la docente María Esther Rolón.
La escritora se refiere a Larregui a través de recopilaciones, testimonios y charlas que tuvo con él en el Parque Nacional Iguazú donde decidió pasar sus últimos años de vida.
La docente comenzó a trabajar en el 2004, aunque dejó de hacerlo para cumplir sus funciones públicas en la Municipalidad de Puerto Iguazú como Directora de Cultura.
Larregui nació en Pamplona en 1885, falleció en Puerto Iguazú en 1964 y fue conocido por recorrer más de 22 mil kilómetros empujando una carretilla.
Para el escritor y artista plástico Marcelo Moreyra, quien escribió el prólogo del libro, «lentamente la prensa lo fue transformando en una especie de héroe y su nombre comenzó a crecer a la altura de muchos mitos populares» y agregó: «Quiso el destino, o la vida, que cuando su cuerpo comenzó a pasarle factura por los miles de kilómetros recorridos, afectado por padecimientos de toda especie, decidiera finalmente dirigir sus cansados pasos al norte de nuestra provincia buscando un lugar que le tocara por dentro, en su último raid. Ese lugar lo creyó encontrar en el corazón del Parque Nacional Iguazú, donde levantó una casa a metros del salto Dos Hermanas donde quedó para siempre».
Y desde ese espacio, rodeado de la más pura vegetación como muchos desearían permanecer, comenzó a ser conocido más aún a través de los periodistas y demás turistas que paseaban por el atractivo turístico natural mientras pasaban frente a su casa. Ya lo conocían de Buenos Aires, Trenque Lauquen, Santa Cruz, Villa María, La Quiaca y finalmente del norte de Misiones.
Para la autora de la publicación, es importante que los guías de turismo vuelvan a mencionarlo en sus jornadas con los grupos turísticos por cataratas y desde las escuelas los estudiantes comprendan la importancia del personaje, tratado como mendigo por algunos, como turista por otros o simplemente como un hombre que deseó conocer otras costumbres pero con algo muy particular en sus manos: una simple carretilla con anécdotas.
